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Twitter se está convirtiendo en un problema de libertades y derechos en el mundo político. El último chaparrón ha caído por Bélgica, según ha informado elmundo.es, por hacer fotos durante un Consejo de Ministros y publicarlas  en ‘la red del pajarito’… Sí, suena ‘heavy’ pero deberíamos analizarlo al menos de forma superficial.

El ministro Vincent Van Quickenborne, cuya cartera es la competente en materia tecnológica, se ve que tenía ganas de probar la cámara de la BlackBerry. En un principio, el open government está muy bonito, pero cuando un ministro se comporta tan «naturalmente», pues no gusta-.

Así, Van Quickenborne, publicó un twitt que llevaba el enlace a una foto.

Hasta ahí no hay demasiada noticia para mí, que ya veo en bastantes ocasiones cosas parecidas y me parecen saludables para la democracia, porque el ciudadano representante se expresa directamente para los internautas, mediante Twitter por ejemplo.

Pero claro, para un Primer Ministro, en este caso el belga Yves Leterme, esto se ha convertido en el auténtico grano en el culo, hasta el punto de decidir que los ministros no pueden publicar nada en redes sociales sin su permiso.

Ahí llegan mis miedos… Evidentemente, durante un Consejo de Ministros no se debe estar ‘tonteando’ con la BlackbBerry, haciendo fotos o escribiendo cosas… Pero decir que no se puede me huele que apesta a dictadura.

Lo que sucede en un Consejo de Ministro debe ser público para todos los ciudadanos, o así lo veo yo.  La actividad de los políticos que nos dirigen también.

Por ello, si restringes, das a entender que algo hay que esconder, que no se quiere transparencia, que hay miedo por que la opinión pública tenga demasiados recursos para tomar decisiones y ser libre.

Sinceramente, espero y deseo que esto quede en una anécdota, porque los sistemas de mensajería instantáneas de los smartphones hierven cuando hay plenos, consejos, votaciones, etc… En muchos casos para dar información sólo a un medio que se beneficiará de la estratagema.

Los ciudadanos -en muchos casos- no necesitamos ya intermediarios, que más que informar claramente sólo quieren aumentar audiencias, tráfico o ventas de periódicos impresos.

Sólo espero que los que mandan en otros países no hagan el ridículo con decisiones desproporcionadas o coercitivas.