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La naranja mecánica

Un buen día te despiertas y te das cuenta de que todo ha sido un sueño. La odisea espacial de 2001 no sucedió y su secuela, esperada para 2010, también parece que no llegará. Mi adorado Stanley Kubrick fallaba, y con él, Arthur C. Clarke, en teoría padre de la historia. Sin embargo -y no voy a caer en hablar de Julio Verne-, sí me gustaría destacar a Anthony Burgess, creador de “A Clockwork Orange” (más conocida para nosotros como “La Naranja Mecánica”). Aquí sí que acertaron tanto Burgess con el libro, como Kubrick con la película, vaticinando y radiografiando el futuro.

Y es que -por desgracia- a través de las tecnologías, encontramos reflejos que son para erizarnos el vello. En la novela aparece un lenguaje inventado por y para entenderse los adolescentes, algo que parece tener correlato en la juventud actual, que se comunica a través de un incompleto lenguaje SMS. Otro dato que me preocupa, quizás más que las jergas para la comunicación, es la violencia. Raro es que la Iglesia no haya tachado ya al teléfono móvil de mensajero infernal, porque con esto de grabar videos violentos y ‘pasarlos’, nos están haciendo recordar las magistrales y desagradables escenas del filme de Kubrick.

A todo esto, podemos agregarle unas gotas de 1984 de George Orwell, y removerlo con otro tanto de Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley. El resultado puede ser la universalización de un pensamiento único y conductas patológicas, que en gran medida fueran promocionados por las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. A mí, personalmente me preocupa y asusta, no sé a vosotros.

Trabajo en esta maquinaria y me horroriza pensar que puedo ser un colaborador de ese terrorismo silente de islas de soledad y grupos de insensatez en los que se están convirtiendo miles de personas.

Ser responsable es difícil, lo más sencillo es dejarse arrastrar por la marabunta, pero sería de vital importancia que todos tomaramos conciencia, porque los comunicadores digitales somos también educadores.

(aparecido en Revista Comunicando Nº 22)