Como ese instante de inseguridad al subir el primer peldaño, como la reflexión severa de seguir ascendiendo. Así, solo y sólo así, se ha escrito esta frase.
Un giro de cabeza para mirar el reloj, contrario a sus agujas, pero paralelo a su paso, contiguo a su avance y verdugo ante el retraso en la repetición del cursor. De esta manera, cae otro hilván de letras.
Tus ojos amanecieron en una tarde retardada de desidia. Mis dedos quisieron nublar tu entendimiento para acariciar tu vista, no sé si lo logré, pero edité el más intenso de los momentos virtuales para no olvidarlo.
No te olvidé, y no quisiera recordarte. No dije adiós, no quiero despedirme nunca de ti. No dije no para poder decir sí. Grité tres veces en blanco para enredarme con el negro de tu pelo. Busque en la telaraña de tus pestañas. Soñé con quedar enredado.
pero que bolodez!!!