En el inmenso océano de nuestro estanque la distancia es infranqueable. Sin mareas con resaca y sin vientos o corrientes traicioneras, me veo obligado a mirarte, de forma impasible, a la manera más pétrea. Todo a tu alrededor parece quieto, todo aquello que te circunda, todo a la misma distancia.
Con la monotonía de las sílabas estereotipadas, con eco a cerámica y suciedad del agua, pretendo componer una cadena de golpes de garganta para llegar a esos, tus ojos negros, esos espejos de tu alma que nos devuelven la bella imagen de nuestra persona, reflejando la hermosura de nuestro lado femenino en ti.
A pesar de todos los esfuerzos, cualquier pájaro de éstos que ensucian tu parque tiene más facilidad para llegar a tus fueros más cercanos, que no internos. Sigo asomado al borde, pero no puedo sostener mi mirada hacia tu cara altiva, agacho mi visión y veo en el agua lo que siempre supuse… eso que sabes que siempre intento ocultar.
Sigo aquí, sigo esperando, sigo siguiendo tus pasos…