Ahora, a más de mil horas de distancia recuerdo que el coche tiene poca gasolina, y el petróleo sigue subiendo. En cada vuelta al mundo decido recostar mi cabeza en tu regazo, pero vuelvo a chocar contra la dura realidad de esa ausencia que se prolonga en el espacio más que en el tiempo de mi recuerdo.
Bajo a buscar el correo al buzón inmaterial que nos mantiene unidos, pero veo que el cartero, con su parsimonioso y tedioso protocolo habitual, no ha dejado nada para mí. Sigo tirando botellas al mar, con mensajes como este, por si algún día llegan a tu playa, pero me temo que la quilla de algún barco las quiebra antes.
Desde la habitación blanca no veo agua, ni arena o dunas que recuerden a tu anatomía. Sigo mareado en la marea de los mares de aceite que, sin la sirena, se convierten en pétreos cementerios de salud oleosa.
Tu sirena ha vuelto y te echa de menos en nuestra ventana del espacio…esa que da cabida a nuestra íntimas y cálidas conversaciones…
Espero tu regreso…
Bssss.