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Para que hablar nada más si con sólo mirarnos a los ojos descubrimos la verdad. No importa el peso del mundo al que me has encadenado, porque puedo sostenerlo si tengo un motivo. Seguramente te has fijado en que llevo equipaje y casi nunca viajo… Es únicamente mi modo de ver la vida. Sí, la maleta está un poco raída pero sigue conteniendo eso que siempre te gustó pero que no te atreviste a coger.

Mi boca siempre permanece abierta a tus palabras cercanas, esas que me das con el suave morse de tus labios apoyados en los míos, con esas frases encadenadas que el oído interior de tu alma si puede percibir de forma clara, cálida, concisa, consciente y constante. Sabes que siempre fui intenso en mis fugaces momentos.

Sigo esperando en la estación del silencio, permanezco esposado a mis cargas personales, a toda esa terrenalidad que me aferra a la realidad ruidosa de mañanas de atasco y noches de fiesta con botellas rotas. Miro a mi alrededor y no te encuentro, siento ansiedad de nuevo. Más viajes sin prisas pero con esperanzas de llegar.