Asombrado quedo ante las noticias de agencias que devoro cada día al entrar a trabajar. Esta mañana venía en el autobús, y pasó por mi lado una chica bastante atractiva -imagino que lo suficiente para despertar a mi consciencia aletargada por la astenia primaveral-.
Mi sorpresa tiende al infinito cuando al sentarme a leer las noticias veo que el «doctor en Biología y experto en comunicación no verbal Karl Gremmer» ha desmontado todo mi razonamiento sobre esa mujer que me ha arrancado del ensimismamiento onírico matinal.
Resulta que este señor afirma que las mujeres más atractivas huelen «sexy». Hasta yo al escribir esta frase me he asustado. Oler «sexy». Creo que en conclusión, y según los datos aportados por Gremmer, tan sólo he sido víctima de las feromonas de una mujer que iba al trabajo. Que fuerte.
Asimismo, el investigador dice que la gente que usa perfumes, no está camuflando su olor personal, sino que está empleando esos aromas artificiales para llamar la atención sobre el olor propio y las feromonas. Olores maquiavélicos.
A todo esto, y poseído por el espíritu Fernández de la Vega y otras diputadas que emigran del congreso… ¿En qué lugar queda la mujer? ¿Elegimos parejas por el olor? ¿Dónde está el encanto personal de cada mujer?
Por otra parte, y también en lo que me afecta ¿Uso Boss -de Hugo Boss- para potenciar mi olor? ¿Es que los olores de los hombres no importan? ¿Cual debe ser la periodicidad de la ducha para ligar? ¿No ligo porque huelo mal? ¿Huelo mal porque no ligo? No entiendo nada.
Por un lado nos venden que somos meros animales y por otro que somos seres etéreos donde los sexos sólo juegan un papel importante en la vida si se quiere procrear. Si alguien me lo explica le quedaré eternamente agradecido. Al menos por aquí -de momento- no huelo nada.