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No soy fan de Lady Gaga, pero mentiría si dijera que no me interesa cada cosa extraña, rara, anormal o extraordinaria que le sucede.  Y claro, la reina de lo raro crea su propia red social, muy similar en apariencia a Pinterest, con la denominación littlemonsters, y como no soy de piedra tengo que reaccionar.

No soy el único y veo como la vorágine crece por este icono social, musical y artístico, le pese a quien le pese. Ahora me indigna leer en grandes medios de comunicación que Lady Gaga intenta robar a usuarios de Facebook o Twitter. Debe ser que la palabra no me gusta y menos que se emplee por capricho.

En primer lugar, Facebook o Twitter son sólo plataformas y hay personas que siguen a Lady Gaga, es decir, quieren relacionarse con ella y quieren relacionarse entre ellos, independientemente de que suceda en un entorno web, en un bar, en un evento, etc. O lo que es igual, es un universo alrededor de Mother Monster, como ya llaman a la cantante neoyorquina en su propia red.

En segundo lugar, la plataforma debe estar agradecida al incremento de actividad de sus usuarios, que concentrados por sus intereses, seguro que están dando datos de métrica que Facebook o Twitter sabrá emplear comercialmente.

Lógicamente esa tarta la quiere todo el mundo, pero más si cabe la propia artista, que es la responsable de esa actividad en torno a ella. Quiere conocer mejor a sus seguidores, posiblemente co-crear con ellos, gracias a las inquietudes que los fans compartan, y todo para mejorar el producto Gaga, gracias a la participación de sus consumidores más ávidos.

A favor de la misma, sólo me queda destacar que parece un oasis de libertad, en estos inicios, donde hablar de temas tabú para la sociedad americana sí es posible.

El negocio de la señorita Germanotta es redondo. Se comunica, recibe información para mejorar, tiene una base de datos de clientes a quienes vender y lo mejor, el boca a boca le sigue asegurando el crecimiento, al menos por el momento. Estrategia, suerte, experiencia, innovaciónllámalo X pero el fenómeno es el que manda y no la red social en la que se desarrolla. Es la vuelta del 2.0 hacia el 1.0, después de haber cumplido el ciclo de vida del producto (PLM) en la esfera virtual.

Como diría mi abuela, el tiempo pone las cosas en su sitio.