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Esperaba que llegara ese ángel, esperaba que arrancara de mis entrañas los demonios guardianes de una semana de ausencia, pero no se abrió la puerta de embarque para ese vuelo.

Esperaba que llegara ese ángel, esperaba que irrumpiera en esta oscura habitación para atraerme hacia la claridad de sus buscados ojos, pero el amor se pierde en trabajo y las labores diarias mutan en desidia.

Esperaba que llegara ese ángel, esperaba que permaneciera como bujía que alumbrara mis escritos. Pero la magia es efimera para mis manos, y eterna para la ciudad donde el espíritu celestial presta su luz.

Esperaba que llegara ese ángel, esperaba que sus alas me cobijaran y dieran marco a este sentimiento. Ahora permanece en la estructura de hierro gris, sobre un cetrino cielo, en la ciudad de la luz lánguida… Otra vez me abandonaron los colores.