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Silencio y más silencio. Sí, este es el mes de los difuntos y sigo oyendo silencio. Calaveras y osamentas dibujan el código de barras en la oscuridad, donde todavía en silencio, el pensamiento hace ruido moviendo sus muebles.

Otro cambio de temporada y más sueño, la misma estación con hojas y sin trenes, ventanas con cristales de colores y poco sol para despertarlas. Silencio y más silencio con rumores sin palabras. Un comentario amigo, una cesta con manzanas, del manjar brota el gusano, nada mas razón que se agolpa en fervientes latidos de soledad ferroviaria.

Del túnel del gusano, más cables y hormigón, pero no bombas, sí muertos pero no entuertos de terrorismo brutal, sólo y como siempre error humano, tan duro hierro del yerro al que todos acostumbramos a rendir pleitesía. Silencio y más silencio en la oquedad de los ojos. Más madera del bosque amazónico y más lluvia en el desbordado Ganges, más soledad y pereza, mirando desde este lado, como antes, como nunca, desde siempre…

Noviembre, adorado y maldito mes, por qué tú y no otro, no entiendo la muerte sin vida ni diciembre sin ti.