
Como siempre, la Ciudad de la Gracia y las contradicciones, la atea y Mariana Hispalis. Otro año más, y sigue escribiéndose la historia, con la mayor y más espectacular manifestación religiosa católica del mundo.
Resulta que en esta Isbiliya todos los periodistas entienden de Semana Santa. El hombre del tiempo es un acérrimo y reconocido devoto del misterio de Cristo, el Jefe de programa de la Nuestra es otro insigne cofrade, o en el olimpo de la sabiduría religioso-popular, el afamado periodista que no hace mucho daba clases de retransmisión en directo desde la TV municipal.
De otro lado, compositores que viven principalmente de esas bandas que ensayan casi todo el año en nuestros parques y jardines. Gente desconocida por su cara o su vida privada, personas que con cuatro notas impregnan de colores una tarde de Domingo de Ramos.
Y cómo no, el Pueblo de Dios, con costales y alpargatas de esparto, cíngulos, capas, cinturones de abacá y «andalias», que no sandalias, para mostrar la tradición en su máxima expresión.
Gira que gira el mundo alrededor de Sevilla durante una Semana.