Seleccionar página

‘Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.’
(Federico García Lorca)

En la quietud de la madrugada, el viento silba a sus curvas apoyadas sobre el brocal. El frío y el hielo sostienen sus sienes de penumbra mientras los huecos de sus ojos, en profunda búsqueda, quedan tras el vacío completo de humedad y ausencia.

Sólo silencio sellado y surgente sordina de la propia serenidad en la espera condicional del amanecer, en alborada ruidosa de cansados habitantes que en la efímera noche buscan sus sueños.

Menos minutos que horas de oscuridad al pensar el pálido rostro, con años de creencia a ciegas del cercenado sentir popular, que conoce la senda de la amargura al divisar la nada. Faz y Paz de blanco pedernal en el marino y gélido velo, mosquitera amante y perfecta de su realidad.