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‘Estoy muy mal… Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y… por lo triste que es el estar triste.’
(Manuel Machado)

Tras el equinoccio en una semana, ya ansío el solsticio que me lleve a tus brazos. Por situarme en este lugar, boreal de sentimientos y meteorología austral, siento a Morfeo ahogando a Orfeo, para que su canto a la mañana no pueda despertar.

Contigo más edad, y curiosamente nadie protesta. Intentos de vestir en seda cada una de tus flores que me provocan el llanto, ¿para qué?, simplemente por colorear el hastío. La transición entre la quietud y el movimiento de tus estrellas con más horas de menos minutos.

Con mi ingenuidad, consigues engañarme, como siempre. Intento volver a mirarte el rostro, pero no es posible. Anhelo verte de cerca pero tus ojos ya ardieron soñando la hoguera anual de tu vanidad trimestral. Sigo esperando, y no viene la noche, sigo esperando tu marcha de mi hogar.