Desde mi rincón, la ínsula de recuerdos en la que no me ahogo, veo pasar barquitos de papel. Boga lenta para un triste final donde «dios» será entronado. Bajeles de papel de maíz empujados por un jirón insurgente de acomodaticia libertad.
Ahora que los televisores se apagan, sigo preguntando si tenemos algo en común, pero la respuesta no está en el viento. Sólo oleaje de mansedumbre oceánica ante los designios de Poseidón poseído por el hedonismo del poder.
Y no es por eso que haya apartado la mirada cada día, simplemente intento que esto no influya en mi vida, pero sigue ahí no cambia, al menos todavía, y la bola sigue girando al ritmo incesante que ellos marcan, por donde nos guían.
Solo, y más soledad en este cielo lleno de palomas blanca que ensucian el firmamento. Sólo para soñar el sol, en largas tardes de desidia colectiva, donde le entregamos las armas de nuestra consciencia, allá donde las celdas se convierten en palacios.
Vueltas y más vueltas, y en el firmamento sus estrellas dibujando nuestra vía láctea. Pronto ese enjambre nos llevará más allá del Santo y nos revelará la realidad que no acertamos a ver, que no podemos discernir. Así nos regalarán la conciencia, los derechos y deberes para que «Dios» siga bendiciéndola.
muy bueno , te cuento q encontre tu blog navegando y me gusto mucho tu manera , tu forma de expresarte, de alguna manera me senti identificada con algunas cosas q lei… melancolico creo o yo me sentiria asi no se jajja quien sabe … q tengas buen dia ,
gabriella