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Desde hace unos quince días diferentes medios de comunicación han dado la voz de alarma a la desesperada, porque según parece este verano no va a ser normal: No hay reconocida «Canción del Verano». Algunas cabeceras digitales han abierto votaciones y encuestas, mientras que otras se limitan a ver cual será el desenlace, pero…¿Por qué este año no tenemos Canción del Verano?

Habrá mil explicaciones al respecto para este «desaguisado vacacional», pero la realidad es mucho más sencilla de lo que parece. Y curiosamente la culpa puede ser Eurovisión y el concurso de Rodolfo Chikilicuatre en ese engaño continental de la canción. O mejor dicho, de los intereses creados alrededor de ese fenómeno que murió el mismo sábado en que se celebraba la gala final.

Vamos por partes para esclarecer un poco este asunto. Por una parte, nos encontramos que TVE es propietaria de los derechos de participación, merchandising, difusión, etc… de todo lo relacionado con Eurovision, y además tiene su porcentaje sobre los beneficios generados por las ventas del disco Salvemos Eurovision. Por otra parte, la discográfica que ha editado esa compilación es Vale Music, que también tiene su trozo de la tarta, sobre todo con las nuevas versiones realizadas con Tata Golosa o King África.

Por otro lado, los derechos sobre el fenómeno de la productora de Buenafuente, El Terrat, también existen y se cree que percibiría la mitad de las ganancias producidas por Chikilicuatre -aunque este dato sólo lo sabrán los gestores de la empresa catalana-. Pero claro, el programa que impulsa la carrera del personaje de ficción también quiere su tajada de la «sandía».

LaSexta, según afirman diferentes webs especializadas televisión, es responsable de la explotación del personaje y sus derechos de imagen en publicidad, por ejemplo la campaña de la ONCE que ha bombardeado nuestros televisores desde el final de la primavera hasta el verano, o los diferentes politonos, juegos para teléfonos móviles, etc.

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Ni que decir tiene, que en todas las formas posibles se ha machacado y quemado al personaje y su canción, tándem que no se ha forjado en largas noches de baile en terrazas de verano. Ahí está el problema. Una campaña fuerte a través de Internet y TV, que son posiblemente los medios donde existe un plazo de caducidad más corto, ha dejado al ‘ídolo con pies de barro’ interpretado por David Fernández totalmente ‘out’.

Y todo no queda ahí. Como fenómeno mediático ha eclipsado a los currantes de la canción estival, dejando en fuera de juego a toda sección de cantantes y compositores -mejores o peores, aunque tampoco eso es relevante-, que han hecho sus veranos a base de giras por discotecas y saraos de la costa.

Pese a todo, habrá canción del verano y será el Chiki-Chiki de Rodolfo Chikilicuatre, y la recordaremos en años venideros, aunque por el momento, tendremos que dejar que sus cenizas descansen en paz, antes de resurgir en nuestra memora como Ave Fénix.

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