
La capital hispalense es un dechado de arte tan importante que provoca que los propios sevillanos no sepan valorarlo e incluso que lo vilipendien. Quizás la última prueba es la exposición “en la calle” del escultor y pintor valenciano Manolo Valdés, que llega de la mano de la Obra Social de ”La Caixa” a la Alameda de Hércules de la ciudad.
Pues bien, esta muestra –que debería ser todo un orgullo para la ciudad mariana-, se ha convertido en un agravio para Valdés e incluso para la obra social de la caja. Por un lado, se ha situado en un inmenso espacio que en la actualidad todavía se encuentra en obras, por lo que las esculturas, en innumerables ocasiones, se han visto rodeadas de maquinaria, vallas, tablones, y demás aperos de albañilería.
A esto sumamos la falta de sensibilidad, educación y respeto de la ciudadanía que deambula por la zona. Hará un mes aproximadamente, aparecían algunas obras pintadas con spray, con ridículos mensajes de quién no tiene tribuna y se agarra a algo grande para lograr notoriedad. Tardaron más de 24 horas en ser eliminadas estas pinturas vandálicas, todo un ejemplo de “eficacia” de quien corresponda.
Paso por dicha Alameda todas las mañanas de camino al trabajo, pero lógicamente sin tiempo para empaparme de la magnífica obra del fundador del Equipo Crónica, y es por ello que el pasado viernes aprovechando unos días de descanso, con mi humilde cámara me acerqué a disfrutarla. Eso hice en la medida de lo posible, y aquí dejo testimonio en Flickr de mi visita.
Lo que realmente me deja más frío que el metal, es tener que incluir en este álbum de fotos una instantánea de un perro concluyendo su “micción territorial” sobre el bronce que tan grande ha hecho a Valdés (véase foto ilustrativa de este post, si es que se ha pasado por alto).
Definitivamente, y como amante del arte que soy, tendré que pedir que no traigan exposiciones “en la calle” a esta ciudad, porque quizás los sevillanos no nos encontremos a la altura de poder acogerlas… Quizás se nos quedó el ombligo en las alturas de la Giralda.
Me encanta esta foto, no tanto por lo que tiene de irreverente -que es lo de menos- sino por lo que simboliza: La Naturaleza por encima del arte. Ya Giacometti -por seguir con la escultura- afirmó que, en caso de incendiarse su casa y no tuviese tiempo de salvar más que una sola cosa, no recataría ninguna de sus obras, sino a su gato. El artista sólo es grande si es capaz de señalar con su dedo lo verdaderamente grande.